Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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viernes, 3 de abril de 2015

También después de un mal día se esconde la felicidad.
Se asoma desde tu ventana y te ofrece una bonita puesta de sol.
Se esconde en tu helado preferido o en el cigarro de buenas noches.
Se sumerge en el café de cada mañana y te acaricia antes de que suene el despertador.
Te arregla la sonrisa que te dejaste sin maquillar, te borra las ojeras y a veces, cuando se pone muy cariñosa, incluso te acompaña a trabajar.
Se acomoda en tu sillón y te apaga la televisión cuando te quedas dormida.
Te quita los zapatos y te da el beso de buenas noches.
Te lee el cuento que tu madre te leía de niña ahora transformado en poesía.
Se mete en tus sueños y te deja la puerta entreabierta.
Está también cuando tus manías te complican la vida.
Y cuando protestas.
Y cuando lloras y te olvidas de ella.
Está en el primer beso y en el último. En tu primer llanto, y en el último suspiro. Está para llevarte de la mano por la vida y para enseñarte que la felicidad nunca te abandona.
Sino que a veces tú la abandonas a ella.

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