Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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viernes, 1 de mayo de 2015

Y aquí estamos después de todo. A pie de cañón. A dos minutos de empezar la función y yo con ganas de seguir comiéndote la boca. Me parece que la vida no son las ganas de soñar. Me parece que la vida ahora son las ganas de quedarse despierto. De desabrochar los botones de una camisa como si abrieses el alma de la persona que quieres. Y que se deje. Que no le de miedo lo que puedas encontrar. Que no le de miedo que de pronto encuentres un corazón hecho pedazos y sin ganas de latir por falta de ilusión en las venas. Me parece que la vida son ganas de vivir. Ganas de querer y ganas de odiar. Me parece incluso que querer es la unica forma de llegar a odiar. Incluso he llegado a la conclusión en estos pocos años de que nunca llegaré a saber con certeza de qué se trata todo esto. Lo unico que sé es que no se trata de esperar algo mejor. Ni de esperar a que acabe. Ni de esperar que alguien te de una palmadita al final y te diga que lo has hecho muy bien, aunque no te haya visto sonreir en ningún momento. Creo que la vida es equivocarse y pedir perdón. Y no creo rotundamente que haya que acabar con ganas de una recompensa por tu sacrificio. Creo que hay que llegar despeinados, con la camisa a medio abrochar, el cinturón en el cuello, heridas en los codos, el corazón a 1000 por hora y con las manos temblando. Acabar sin saber lo que te espera, pero saber que valer, ha valido la pena.

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