Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

La gente se quiere como idiotas. Habla como idiotas, se pelean como idiotas, se comportan como idiotas. Pero lo que es peor, es (y somos) idiotas, y ni si quiera sabemos reconocerlo. Nos avergüenza hablar de sexo y dedicamos horas a hablar de guerras. Cerramos los ojos al besar pero los abrimos cuando tenemos que mentir. Valoramos lo antiguo y despreciamos lo que un día llegará también a serlo. Aprendemos lecciones y sin embargo caemos tres o cuatro veces en la misma piedra sin cansarnos. Queremos lo que no podemos tener y tenemos lo que tendríamos que querer. Llamamos rutina a las costumbres por las que lloramos cuando nos deshicimos de ellas. Nos da miedo el más allá y ni si quiera somos conscientes de lo que tenemos en nuestras narices. Sonreímos cuando algo va mal y sin embargo lloramos cuando algo sale demasiado bien. Fingimos lo que tenemos que sentir y escondemos lo que en verdad sentimos. Tenemos miedo al cambio y no a lo que nos lleva disgustando tanto tiempo. Miedo al vacío y no a la gente que te la clava por la espalda cuando puede. Miedo a enamorarnos y no a la angustia de estar solo. Nos dan miedo nuestras propias contradicciones y sin embargo no hacemos nada por darlas un sentido.



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