Tengo fobia a los te quiero mal dichos,
a despertar por la mañana sin nada que decir,
a los silencios incómodos,
y aún más a la palabras huecas.
Tengo debilidad con los sin sentidos,
con los corazones rotos,
las segundas oportunidades,
y también con los fallos cometidos.
Tengo miedo a las corazonadas,
a la duda y a la certeza,
a los blanco y en botella,
e incluso tengo miedo a la esperanza.
Me asusta llegar al último verso,
levantar la vista y olvidar las palabras,
cerrar los ojos y recordar su nombre,
abrirlos y haber perdido el norte.
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