Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Todo se congeló cuando me sonreíste mientras sonaba aquella de los Beatles que me enamoró de primeras. De esas canciones que enamoran a primera vista, o como sea, pero de esas de las que nunca consigues desengancharte. Tal vez me gustabas igual o más que aquel disco de vinilo que tan bien había envejecido. Tal vez por ello acabé perdidamente enamorada de todos y cada uno de los lunares de tu cuerpo, de tu forma de sonreír e incluso tu forma de vivir. Tal vez, tu aroma me recordaba al sonido de aquella canción de la que nunca me cansé. Incluso tal vez tú eras la viva imagen de aquello que me transmitía.
Podría suponer tantas cosas, que sólo conseguiría acabar en un mar de dudas que me impidiesen ver ese verde que me congeló el mundo, el corazón e incluso la canción de fondo que por nada del mundo pararía en un momento tan brillante como ese. Pero es que en el fondo, el mismo John Lennon se habría arrodillado ante todo aquello. El mismo John Lennon me habría dado ese pequeño empujoncito que me hacía falta para saltar a tus brazos en ese mismo instante.

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