
Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.
.
.
jueves, 11 de julio de 2013
Me paso los días volviéndome loca. Las horas pasan estés o no estés tú; pasan al ritmo que mi cigarro se consume entre mis dedos, esperando chocar contra mi boca y quitarme un poco de mi aliento, aliento que vive sólo si se topa con el tuyo. Vivo cada día con unos pensamientos distintos, vivo mis días esperando ese momento en el que me digan esa mítica frase con dos simples palabras -estás loca-. Realmente empiezo a sospechar que lo soy, que nada de esto es normal, que mis delirios se producen día y noche, sueño o realidad, contigo o sin ti, que ya ni si quiera lo distingo. Todavía no sé quién es, realmente, mi verdadera salvación. Tal vez es por algo por lo que la gente lo ha aceptado y ha dejado de intentarlo. Han dado todos por perdido esta cabecita con tu nombre por todas partes. Supongo que soy un caso perdido más de los tantos que en esta vida, por unas cosas o por otras, han acabado delirando para bien o para mal. Delirando por amor o por amistad, todavía no sé que duele más aun siendo las dos cosas más bonitas que este mundo de un modo u otro consiguió crear. Lo más impresionante de todos los casos semejantes al mío es que sólo unos pocos consiguen adivinar nuestra locura. Tan pocos son que los puedo contar con la misma mano con la que sujeto mi cigarro, ya convertido en una chusta más. Esto se acaba, la ceniza comienza a quemar esas preciosas letras de Lucky y mientras tú me sonríes, sonríes aunque sea así, repitiendo una y otra vez que te da igual lo loca que esté, que me quieres, que me quieres con un poquito o bastante locura -bastante me atrevería a decir-.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario