Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Que qué pasó?
Crecimos. Y dejó de mirarme como a un juguete para pasar a verme como una parte de su vida. Pero es que a veces crecer no significa dejar cosas atrás, sino dar a esas cosas otro significado que a veces, sin darnos cuenta, hace que desaparezcan. Y aunque todo en la vida está orientado a crecer, a mí me apetecía quedarme estancada en el pasado. Me apetecía tratarle como a mi juguete preferido. Cuidarle, dormir con él, llevarle en todo momento, pero sobre todo, no olvidarme de darle un cariño especial cada día. De recordarle cada día que era él mi preferido. Que a él le llevaba al médico cuando tenía miedo de que me pinchasen el brazo. Que con él me desvelaba la noche el seis de enero. Con él comía el roscón, y era él siempre mi figurita. Yo tenía suerte de tenerle, y eso era todo. Tratarse como personas era asentir y asumir que alguien ha pasado a ser una pieza de tu vida. Era pensar qué hacer sin esa pieza, qué hacer para no perderla, qué hacer. Era pensar. Y aunque madurar esté bien yo me quería quedar allí. Me quería preocupar cada día de mimar a mi juguete, y no de llorar por no perderle. Quería que fuesemos dos, y que las piezas de mi vida fuesen, al fin y al cabo, como las de un puzzle que se empieza y se acaba una y otra vez. Que cada día era una nueva forma de empezarlo. Que el puzzle se hacía solo si yo quería. Y yo quería que fueses tú quien me ayudase a hacerlo. No que fueses una de las piezas sin la cual, el puzzle no vale nada.

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