Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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lunes, 9 de noviembre de 2015

autodefensa

Eran las doce de la noche de aquel día y yo era la loca que miraba la pared por miedo a darme la vuelta y ver lo que siempre estuvo acariciándome la nuca y nunca me atreví a mirar a los ojos. Tal vez porque hay gente que pierde la magia cuando consigues entenderla o porque descrubres que nunca tuvo ninguna magia, y que la magia era que tú no le querías ver bien. O que no le querías, simplemente.
Pero a veces te agarran las manos y te acarician el brazo, y en cierto modo no hay tiempo para pararte pensar en si de verdad merece la pena jugársela o no. La única verdad es que en aquel momento sólo tienes ganas de ver los ojos de quien está acelerando los latidos de tu pecho como una moto a diez segundos de la meta en una carrera.
Y de pronto te das cuenta de que la carrera eras tú y de que ya las has perdido. Que el juego consistía en no verse del todo jamás, y que jústamente era eso lo que a tu corazón le tenía entre la espada y la pared. Que empiezas a notar que no hay carrera alguna en tu pecho y que todo lo que había sido no será nunca más, o al menos no con esos ojos.
Y todavía soy la loca que se indigna cuando me dicen que nunca le quise porque quise ver más de lo que él me dejó. Que nadie puede arrebatar a nadie ese derecho a no dejarse ver, y que ni si quiera el amor, o el orgasmo como ellos lo llaman, podía saltarse esa regla.
Pero es que ellos no saben que los dos somos los locos que ahora miramos a la misma pared, que tu reflejo es tan transparente como el mío y que el juego ahora consiste en verse y no querer darse la vuelta jamás.
Que ese juego es el amor.
Y que lo demás no son más que tonterías que nacen del miedo de esta sociedad de imbéciles que todavía piensa que la autodefensa consiste en que sólo uno mismo puede conocer sus miedos.
Algún dia sabrán que se equivocan. Que la autodefensa no existe. Que si quieres defenderte de este mundo lo primero que hay que hacer es darse la vuelta y no tener remordimientos. Nunca más.

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