Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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martes, 4 de marzo de 2014

Y que amanezca en tus pupilas cuanto antes. Que el sol pierda su intensidad mientras unos besos en el cuello te hacen perder la noción del tiempo. Que la luna de vueltas hasta rebotar con el suelo y se ponga otra vez la noche. Y bailar, bailar hasta las tantas en cualquier parte del mundo como si nada más importase. Bailar con tus ojos sujetando los míos, con tus manos sujetas a mi cadera, -que se note a kilómetros que nos queremos a centímetros-. Que tus labios se choquen con los míos, y que te rías, que te rías de verdad. Que notes como los pulmones no te aguantan en el pecho, que tu corazón se vuelva morado de tanto palpitar, que tus manos tiemblen, que se muevan como el disco de vinilo de los Beatles  los domingos por la mañana. Y que seas feliz, que lo seas hasta el punto de no cuestionarse lo que supone serlo. Que mires a la vida y no te cuestiones sobre ella.

Y es que, es de eso de lo que se trata, de ser feliz, aunque haya pocos que lo entiendan. Pero nosotros lo sabemos, y lo que es más importante, nos tenemos, así que qué más da, que amanezca a las seis de la mañana si quiere el sol, que nosotros seguiremos bailando.

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