Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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miércoles, 26 de febrero de 2014


No he vuelto a pisar esas calles desde aquello.
Desde entonces, cada mañana me bebo de un trago el miedo en forma de café recién hecho, de esos que despiertan incluso más que nuestros besos. He vuelto a mirar la luna y no creer en nada detrás del blanco que se clavaba en mis ojos cuando decidíamos esperar a dormir cuando el sol se pusiese. No he vuelto a escribir cuentos de niña y tampoco de amor, de esos con final feliz, con páginas llenas de cosas mucho más vacías que la nuestra, nuestra historia. Esa con la que decidiste acabar en una tarde de abril, de las que llueve hasta no distinguir si en verdad estaba llorando. Y es que jamás comprendiste todo lo que yo siento, todo lo que deseo el café recién hecho en forma de besos y todo lo que deseo las miles de páginas que nos quedaron por escribir, las miles que acabé escribiendo aquí, de mi puño y letra.

Páginas mucho más vacías que esas simples historias con final feliz, páginas que llevan siempre al mismo sitio.

A ti, por supuesto.

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