Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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viernes, 19 de julio de 2013

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Y pasarán las horas y los días y nunca será el momento ni el lugar. Pasarán miles de momentos que se quedarán inútiles en unas manos deseando rozar las tuyas. Y es que aunque yo sea quien decida cuándo es realmente el momento de jugársela, en mi cabeza sé que eso que me echa para atrás no es más que una simple y complicada palabra: cobardía, sin más. Cobardía de jugarse el todo o el nada, no sé muy bien de qué se trata, por una estupidez que se me lleva pasando por la cabeza día y noche, mil soles y mil lunas, incluso podría decir que pasaron mil otras cosas más de las que no me percaté porque tan sólo me preguntaba si jugármela por esa jodida sonrisa. En realidad me la juego por las dos, por la tuya y por la mía, por la mía que contagia a la tuya y viceversa. Doy mil vueltas a las cosas para acabar otra vez en el mismo lugar de siempre, en el mismo banco y a la misma hora, jugándomela cada día, haciendo las cosas mal y deprisa, mal y sin pensar, mal y siendo igual de infeliz que siempre. Infeliz, tal vez porque todo lo que compares con aquello se queda muy corto, todo lo nuestro no es comparable con nada, y todo lo feliz que soy contigo no es una mera casualidad. No lo creo si al resto no lo considero felicidad, ¿no crees?

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