Más cerca de los Beatles que de tus discos de jazz.

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martes, 23 de junio de 2015

A veces miro atrás y sonrío. Veo las caras por las que lloré, las caras que me hicieron reir, las caras que amé. Y me da vértigo la vida. Me da pánico seguir subiendo y dejar a personas atrás. Y es que a veces sin darte cuenta sueltas el brazo de la persona que juraste no abandonar. La sueltas para agarrar a otra, o a veces para agarrarte a ti. Porque lo más dificil de la vida no es avanzar, sino mantener el equilibrio. Lo más dificil de la vida no es decir adiós, no es olvidar o abandonar, lo más dificil es encontrarte a ti mismo a cada instante. A veces te sientes tan seguro al lado de alguien que un día le pierdes, y con él también a ti. A veces se te olvida preguntarte si sigues ahí, si no te has dejado marchar.
Pero la vida y sus segundas oportunidades a veces te dan un vuelco y te ponen tu canción preferida. Te ponen esa canción que no compartes con nadie. La que te ponías cuando llorabas por un chico en sexto de primaria. La que te cantaba tu hermana para hacerte dormir. Esa que te pone los pelos de punta y te recuerda quién eres, de dónde venías y hasta dónde querías llegar. Esa que te obliga a mirar al norte para saber si no lo has perdido. Y es que a veces no hace falta más que un simple recuerdo para saber qué es lo que nunca quieres perder en este camino. Y la respuesta no puede ser otra que a ti.

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