¿Y dónde quedarán nuestras bromas? ¿Dónde quedarán nuestras risas, nuestras historias y nuestras absurdas imaginaciones? Pintamos una historia que acabé viviendo sola.
Tan sólo vivimos una especie de juego sin nombre alguno, en el que se trataba de reír hasta quedarse sin aliento. Un juego en el que avanzaba quien diese ese último beso. Un juego en el que ganaría el primero que cayese, o al menos eso creo yo. Todo iba bien hasta que de pronto me encontré encasillada alrededor de mil preguntas, de mil casillas en las que caer, pero sin compañero alguno. Tan sólo noté una voz animándome a seguir adelante, una voz parecida a la de mi antiguo contrincante, pero algo más apagada, sin ganas, sin aliento; una voz que cada vez se alejaba más y más.
Al final resultó verdad aquello a lo que un día tuvimos miedo. Te quedaste sin aliento para continuar fingiendo aquello que se trataba de tan sólo de un estúpido juego de niños. Todavía me pregunto quién ganó realmente, me figuro cada una de las preguntas en las que no me dio tiempo a caer, pero no soy capaz de resolverlas sin tu ayuda. Porque, ¿sabes? Noto cada día más distante esa voz que se parecía a la de mi rival, cada vez más y más apagada. Te busco por cada esquina de mi tablero y te sigo sin encontrar. Estoy perdida tan solo por el hecho de encontrarte de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario