Amamos lo inexistible, lo anormal. Esa parte del universo desconocida. Amamos los viernes, la especie de resaca de no recordar nada de nuestra infancia. Amamos los ingeniosos chistes, las tardes de verano. Bailar sobre la lluvia, caminar sobre la arena, tumbarse en la hierba. Amamos los ataques de risa. Las chuches, la gominolas, la tijuana. Amamos a las personas que se ponen nerviosas ante una foto. A las que sacan la lengua, a las que guiñan un ojo, a las que ponen morritos. Amamos lo cotidiano, lo real, lo inseguro.
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